En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, os bendigo, hijos míos. Os tomo de la mano y os llevo a la Vida. Ya en este mundo os muestro lo que conoceréis: la grandeza en la que moraréis en Cristo Mi Hijo y vuestro Señor.
Las horas están contadas, el reloj da su campanazo final; todo ha terminado, hijos míos, se acabó el tiempo.
¡Dos soles aparecerán en el cielo!
¡Una lluvia de estrellas descenderá sobre la Tierra!
Verás con ojos llenos de lágrimas de alegría al Hijo del Hombre descendiendo.
He aquí que vuestro Dios y Señor Jesucristo viene a reunir a sus hijos, a separarlos de las malas hierbas; viene para llevárselos consigo, para conducirlos a un mundo maravilloso: nunca más llorarán lágrimas de dolor porque todo será inmensa alegría.
¡Hijos míos amados, cuánto os amo! ...cuánto os amo, hijos míos! ...cuánto os amo! Os acerco a Mi Corazón y os doy un anticipo de las Cosas del Cielo.
La Palabra de Dios es una y lo será para siempre.
Pequeños, pronto también vosotros conoceréis Su Carne porque Él se manifestará en carne y sangre entre vosotros. Será como cuando descendió entre los apóstoles en el cenáculo con María. Se manifestará a vosotros y lo veréis en carne y sangre; podréis tocarlo... podréis tocarlo, hijos míos! Como Tomás, podréis meter vuestro dedo en Su costado y exclamar en voz alta: ¡Señor mío! ¡Dios mío! Tendréis plena certeza de su existencia.
Hijos amados, esta colina pronto se transformará; estará adornada con piedras preciosas y brillará por el amor y la caridad porque el Cielo descenderá sobre ella.
Aquí el Señor se manifestará a su pueblo.
Multitudes de personas se reunirán en esta colina: Mis Ángeles les mostrarán el camino. Mi pueblo vendrá aquí para purificarse; ...es parte del plan de Dios! Los recibiré en Mi Corazón y los bendeciré.
Oremos, hijos queridos, uno mis manos con las vuestras y lidero este santo Rosario.
Hijos míos, sed cada vez más como Jesús, nunca os rindáis, ni siquiera ante las mayores dificultades, incluso cuando penséis que no podréis superar las pruebas; no os rindáis, seguid el camino invocando el Nombre de vuestro Señor y nuestro Señor Jesucristo en busca de ayuda. Amén.
LOCUCIÓN II
Nuestra Señora nos toma de la mano, acaricia nuestras cabezas y marca nuestros corazones con el signo de la cruz.
Sois los hijos amados del Altísimo, sois los soldados de Jesús, sois aquellos que habéis respondido con un sí fiel a su llamada a conversión; sois Su alegría, sois un regalo de amor infinito para Él.
Hijos míos queridos, gracias, gracias por ser tan asiduos y fieles a esta llamada. El cielo pronto os recompensará porque os colocará en un lugar dorado donde nunca sufriréis, sino que disfrutaréis de todo el Bien celestial.
Los Ángeles y Santos ya están entre vosotros y os acompañan en esta oración.
San Miguel Arcángel está aquí, ante vosotros, con su espada desenvainada; marca un punto preciso, lanzará la llama que quemará lo negativo para resucitar lo positivo.
Orad, hijos míos, orad!
Sois llamados a la santidad. Ante los ojos de Dios ya habéis entrado en el camino de la santidad. Vuestro sí ha sido grande y ahora el sí del Señor será grande para vosotros.
Fuente: ➥ ColleDelBuonPastore.eu