Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
miércoles, 14 de enero de 1998
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

En este día, por la noche, después de haber dicho mis oraciones, escuché la voz de la Virgen que me transmitió un importante mensaje para ser comunicado al mundo:
Hijo mío, cuántas cosas tengo que decirte. Los hombres cada día ofenden al Señor más y más con sus innumerables pecados. La Iglesia será terriblemente atacada por los enemigos de Dios. Lo que más hiere mi Inmaculado Corazón es que muchos de los que forman parte de esta revuelta no son otros que muchos de mis hijos sacerdotes. Jesús ya está tan ofendido, hijo mío. Él mira a la humanidad y la ve dormida en pecado. ¡Cuántas ofensas e injurias dirigidas a Dios!....
La voz de Nuestra Señora se volvió amarga y llena de dolor.
El fuego de la justicia divina está a punto de caer sobre toda la humanidad. Cuando llegue este día, todo el mundo verá lo que ha hecho por no haberme escuchado. Muchos llorarán amargamente, muchos sufrirán las consecuencias que el pecado ha traído a sus vidas.
Hijo mío, estos serán tiempos de gran llanto y dolor. Muchas ciudades serán devastadas. Gigantescas olas inundarán muchas ciudades. Muchas de ellas desaparecerán de la faz de la tierra. Aquí en Brasil, mucho caerá sobre Río de Janeiro y São Paulo, pero también, en muchos estados, la justicia de Dios se derramará en grandes proporciones, especialmente en aquellos estados o ciudades donde se cometen el mayor número de abortos. Por eso dije: ¡ay de los padres y madres asesinos! Para aquellos que no se arrepienten de sus crímenes no habrá misericordia, pues se han burlado de la autoridad de Dios que es el único autor de la vida.
Hijo, es muy triste lo que te digo, y todo esto debería suceder en muy poco tiempo. El tiempo es tan corto y los hombres no quieren escucharme.
Hijo ayúdame con tus oraciones y sacrificios. Ofrece todo a Dios, a través de mi Inmaculado Corazón y el Corazón Santísimo de San José. Ya sabes que debes amar profundamente a San José. Eso es lo que Jesús y yo deseamos. Debes ser un ejemplo para todos mis otros hijos en la fe. No te desanimes, hijo mío. Si tus tristezas y pruebas aumentan cada día, es porque Dios tiene gran confianza en ti y comparte contigo parte de su dolor.
Consuela el Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús. Ama a Jesús siempre, siempre, siempre. Deja que tu vida sea una ofrenda continua a Dios. Jesús te ama mucho y quiere compartir contigo parte de su dolor para ver si se siente aliviado. Como te dijo, comparte con él todo, pues él compartirá contigo los méritos de su santa Pasión.
No temas los sufrimientos. Te serán de gran beneficio. Si todos mis hijos entendieran el gran valor de sufrir todo con paciencia, sabrían cómo soportar estos momentos con gran serenidad. Este es mi mensaje para hoy, mi amado hijo. Recuerda que siempre estamos unidos: Jesús, San José, tú y yo. Somos una familia, y tu familia es mi familia. Te bendigo: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
Después de que la Virgen se fue, sentí un gran vacío en mi corazón. Este sentimiento lo siento a menudo cuando terminan las apariciones. Ver a la Virgen irse es como si estuviera perdiendo lo más importante en este mundo para mí y siento como si me quedara solo en mi nada, pues solo la presencia de Jesús o la Virgen puede llenar mi alma de tantas consolaciones y paz.
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