Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Tercer domingo de Adviento (Gaudete).

El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V en la capilla de la casa de Mellatz a través de Su instrumento e hija Ana.

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy hemos celebrado la fiesta Gaudete, el tercer domingo de Adviento. Este domingo significa: alegraos. Alegraos, porque habéis sido engendrados y nacidos por Jesucristo, en quien creéis y confiáis.

Durante la Santa Misa Sacrificial, pero también durante el rezo del rosario, muchos ángeles se trasladaron a esta capilla de la casa de Mellatz y también a la habitación de los enfermos. Estaban todos tan encantados que se reunieron en torno al altar de María y, sobre todo, en torno al altar del sacrificio. Estaban ricamente engalanados, pues hoy es el día de la alegría. Alegraos, porque la venida de Jesucristo está cerca.

El pregonero en el desierto, San Juan, va delante de vosotros, porque Jesucristo vendrá con gran poder y gloria. Los fariseos preguntaron a Juan: "¿Por qué bautizas? Él respondió: "Yo soy el que clama en el desierto. Voy delante de Él. Yo bautizo con agua. No soy digno de abrirle los cordones de los zapatos. Él es aquel en quien debéis creer. Él es Jesucristo, el Mesías". Le esperáis el día de Navidad. Prepara el camino al Señor, porque está cerca. Él os espera, espera vuestro acuerdo, vuestro sí a la verdad.

También he llamado a muchos para que sean convocadores. Deben convocar a los hombres que no pueden creer, sí, que no quieren creer. Hay muchos que se han apartado de la fe. A éstos los llama el llamador en el desierto, que va por delante. Creed y confiad, creed más profundamente, amaos los unos a los otros. Jesucristo es el amor, el amor entre nosotros los humanos. Debes escucharle. Él os conduce a la verdad, pues os ama a todos.

Los fariseos preguntaron astutamente a San Juan quién era: "¿Eres profeta o acaso Elías? ¡No! Sin rodeos, les dijo: "Soy el llamador en el desierto. No soy digno de abrirle los cordones".

La Santísima Madre está con Él. Ella quiere extender su manto protector sobre todos porque le ama y porque le ha dado a luz y porque quiere que Jesucristo nazca de nuevo en el corazón de los hombres. El niño Jesús es el Mesías, el más grande del mundo. A Él escucharás. A Él amarás. A Él no le rechazarás. ¿Cómo se puede rechazar a Jesucristo, que creó el mundo entero? Sólo hay una Iglesia, Santa, Católica y Apostólica, y sólo hay una Santa Fiesta del Sacrificio. Iréis en pos de este santo sacrificio de la Misa. Esto celebraréis. Cuando el sacerdote se dirige a Jesucristo, habla con Él, y así se casa con Él. ¿Por qué? Porque cree, porque le invoca, porque ha encontrado morada en su corazón. Jesucristo y el sacerdote se convierten en uno.

Yo, el Padre Celestial, hablo todo esto a través de Mi instrumento e hija Ana, dispuesta, obediente y humilde, que está totalmente en Mi Voluntad y habla sólo palabras que vienen de Mí. Ella cree y confía y sus seguidores también creen. Todos sois hijos de Dios, hijos que siguen al Padre, que creen en Jesucristo. Sois llamadores en el desierto, pues estáis en el desierto. ¿Es así, Mis amados? ¿Puede haber un desierto en la Iglesia Católica? ¿Queréis vivir en este desierto? ¡No! Llamáis al mundo: "¡Creed en Él, todos sois Sus hijos!

Hoy es Gaudete, el domingo de la alegría. Quiero compartir con vosotros el alegre mensaje de que Jesucristo vendrá, de que se le preparará el camino, el camino de la verdad, el camino del amor, pero también el camino de la expiación. ¡Arrepiéntete, sacrifícate y reza! La comida del sacrificio está preparada. Venid a la mesa de los dones, pues se os presentará el don de Mi Hijo. El don es el pan del cielo, que recibiréis. Lo habéis recibido en esta santa misa de sacrificio. Estabais preparados para recibirlo porque preparasteis vuestro corazón y abristeis de par en par las puertas de vuestro corazón. No sólo digo esto, hijitos, y lo repito tan a menudo, sino que lo digo porque las puertas de vuestro corazón están realmente abiertas de par en par. Caminad por el sendero de la verdad. Allí encontraréis la seguridad. La seguridad es Jesucristo, Mi Hijo Mismo. Él te espera y Él te aguarda.

¿No ha celebrado hoy Mi hijo sacerdote Gaudete, la fiesta de la alegría en el altar del sacrificio, y te ha llevado con él al cáliz del sacrificio? Fue preparado para vosotros, y se os permitió introduciros en el cáliz del sacrificio, como al hijo de mi sacerdote. Éste es el verdadero cáliz, el cáliz de la sangre de Mi Hijo Jesucristo, que fue derramada por vosotros y ha de serviros en vuestro camino de vida. La sangre fue derramada en el tallo de la cruz por ti, por tus pecados. En este día has dado gracias.

Gracias, querido Salvador Jesucristo, porque has derramado Tu sangre por nuestros pecados. Queremos beberla. La carne y la sangre están contenidas en la Sagrada Hostia. Hemos recibido este maná. Ésa es la verdad. Nada puede disuadirnos de esta verdad. Los descarriados son los demás, no nosotros, que creemos y damos testimonio de Jesucristo, y a los que llamamos al mundo: «Preparad el camino al Señor, porque es bueno y justo».

El Padre Celestial continúa: ¡Os quiero! Sois Mis hijitos. Sois Mis seguidores. Sois Mi pequeño rebaño amado que quiere seguir siendo el llamador en el desierto, que ama y que no deja de llamar: Venid a la mesa de la comida, pues la mesa del sacrificio está preparada para todos. Vosotros sois los invitados si queréis arrepentiros, si creéis, si no dejáis de creer.

El Padre Celestial quiere bendeciros y protegeros ahora con todos los ángeles y santos, con vuestra queridísima Madre Celestial y también especialmente con vuestro Esposo, San José, San Padre Pío y también con muchos, muchos otros santos que os han precedido en el camino de la verdad y del amor. Él quiere amarte inconmensurablemente. Quiere acogerte en Sus brazos. Por eso te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Vive el amor, pues el amor es lo más grande! El amor está entre vosotros. Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. Amén.

Orígenes:

➥ anne-botschaften.de

➥ AnneBotschaften.JimdoSite.com

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