Mensajes de diversas orígenes
lunes, 3 de febrero de 2025
¡Se acerca un tiempo de persecución!
Mensaje de Nuestro Señor y Dios Jesucristo a la Hermana Beghe en Bélgica el 17 de enero de 2025
Mis queridos hijos,
¿Qué os diría hoy? Estáis cerca de Mí al leer lo que digo y sabéis que al leerme sois queridos por Mi Corazón divino. Me amáis, sí, lo sé, pero Mi Amor por vosotros es inmensamente mayor. Pienso en cada uno de vosotros en todo momento, en cada instante, y vosotros pensáis en Mí, sí, lo sé, pero quizá con menos ardor, menos constancia, menos inmediatez que Yo por Vosotros.
Lo sé, pero con el tiempo, con la creciente santificación de vuestra alma, vuestro amor, vuestra atención a todo lo que Me concierne aumentará hasta el punto de la entrega total de vuestra vida para serme fieles.
Sí, Mis queridos hijos, pronto llegará un tiempo de persecución porque el demonio Me odia y todos los que Me aman y Me sirven serán sus objetivos. El demonio es poderoso, pero también es muy cobarde, tiene todos los defectos y vicios, y le encantan los golpes bajos. No te sorprendas nunca, recurre siempre a Mí cuando te desconcierte un acontecimiento o un comportamiento inesperado. No me sorprendió la oleada de odio de la que fui objeto. Seguí siendo Yo misma, amable, amorosa y resueltamente tranquila ante la injusticia. No me defendí, no me opuse, no me rebelé, porque vine a la tierra para reparar, satisfacer la justicia divina y glorificar a Dios.
Entonces vosotros, Mis queridos hijos, que sois a Mi Imagen y Mi Semejanza, no dejaréis de rezar igual que Yo, en Mi Pasión, no dejé de rezar a Mi Padre Celestial, para darle gracias y estarle perfectamente sumiso. Acepté todo, no me opuse a nada, hablé cuando tenía que hablar, respondí cuando tenía que responder, pero en ningún momento fui vengativa. Permanecí justa e incluso callada cuando las palabras habrían sido inútiles. Luego, en el sufrimiento físico, cruel e inhumano, volví a aceptarlo todo y rogué a Mi Padre que no me soltara de su mano amiga, que no me derrumbara si todavía quería que Me mantuviera en pie, que mantuviera el valor para levantar las montañas si ésa era su voluntad.
Durante todo el tiempo de Mi martirio, Dios Me apoyó y te apoyará de la misma manera si le rezas. Nunca pienses que estás solo cuando todo a tu alrededor se resquebraja, cuando incluso tus allegados dudan de ti. Mis apóstoles fueron sacudidos y el dolor que sentí por el abandono de los más cercanos a Mí también formó parte del sufrimiento que Me infligieron en reparación por las ofensas cometidas contra Dios.
Os amé, hijos Míos, sin interrupción, nunca dejé de amaros, en ningún momento durante los golpes físicos y morales que sufrí para regeneraros, para devolveros vuestra vida sobrenatural perdida, en ninguno de aquellos momentos de miedo y crueldad me arrepentí de haberme ofrecido totalmente por vuestra salvación. La causa era tan grande a Mis ojos, vuestra salvación era tan importante para Mí, Mi Amor era tan grande que no quise escatimar nada.
Hijos míos, cuando os llegue el turno de mostrarme vuestra fidelidad por la salvación de vuestros hermanos y hermanas menos informados, no tengáis miedo, rezadme como Yo también rezaba a Mi Padre, y os daré Mis gracias para que seáis a Mi Imagen y semejanza en el sufrimiento como en la felicidad.
Este tiempo está cerca y será vuestro tiempo presente, en menos tiempo del que se tarda en contarlo. Uníos estrechamente a Mí y os acogeré en Mi Reino con las aclamaciones de la Corte Celestial. Entonces habréis alcanzado la meta de vuestra vida, la inimaginable Felicidad del Cielo, donde todo es bueno, todo es justo, todo es atractivo.
Te amo, te espero, te doy Mi Fuerza y Mi Valor. Ámame tanto como puedas y con la gracia que te doy a través de Mis sacramentos, no fallarás.
¡Te quiero mucho!
Que la gracia de Dios esté contigo y Yo te bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.
Tu Señor y tu Dios.
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